MORADAS SEGUNDAS
Se encuentran aquí los que ya han comenzado a tener oración, pero no tienen fuerzas para apartarse de las ocasiones de pecar, y así andan siempre alrededor del pecado como la mariposa de la luz. Son como diabéticos, que aunque no puedan comer pasteles andan siempre alrededor de alguna pastelería, para consolarse al menos viéndolos haciéndoseles la boca agua. Como consecuencia de esto caen con frecuencia en el pecado como dice la Escritura: « El que ama el peligro perece en el. La causa de esto es que se han apartado efectivamente del pecado, pero no afectivamente; se han arrepentido del pecado, pero no lo han aborrecido totalmente. Aún más, les gustaría que algo que es pecado no lo fuera para poder hacerlo sin ofender a Dios. Es necesario que le pidan a Dios la gracia de odiar el pecado y todos sus caminos y sendas, es decir, las ocasiones de pecar.
Comienzan las lágrimas por los pecados, pues comienzan a darse cuenta de lo mal que responden a la bondad de Dios.
Sienten las llamadas de Dios es decir, las inspiraciones mediante sermones, charlas, conversaciones, lecturas, etc. que los animan a aspirar a una vida más fervorosa. Lo más necesario aquí es la perseverancia.
4º) Es tan grande la lucha con las tentaciones, que no sabe si seguir adelante o volver atrás, parece como si todos los demonios del infierno se hubieran puesto de acuerdo para tentarles.
5º) La causa de esta lucha está la vanidad del mundo, esto decir, el mal ambiente, las malas costumbres y la falta de fe que hace que estime más lo visible y perecedero que lo invisible y eterno. Otra causa es su indecisión, pues cuando el demonio ve un alma indecisa no la deja parar ni a sólo ni hará sombra; esta lucha es tanto mayor seguridad cuanto mejores sean las condiciones de la persona para progresar en este camino: « todo el infierno juntará para hacerle salir fuera >>
6º) Para vencer en esta batalla es necesario: a) apartarse de las malas compañías y tratar, no sólo con los que están en su misma morada, sino también en otras posteriores, como la tercera o la cuarta. Esto les será de gran utilidad hasta el punto de que podrán pasar a las moradas en que están los otros. b) Tener la firme determinación de perder el descanso y hasta la vida, antes de volver a la morada primera. Si el demonio los ve con esta determinación, deja de tentarlos mucho antes que se si los ve dudosos. Debe estar dispuesto a luchar contra todos los demonios del infierno, y convencidos de que no hay mejor arma que la Cruz.
7º). Luchar con el arma de la Cruz consiste en no acordarse siquiera de los consuelos espirituales, sino pensar que van a ayudarle a Cristo a llevar su cruz, y cuanto más trabajo les cueste, saldrán con más ganancia.
8º) Comenzar este camino de oración pensando en las consolaciones, es cómo construir una casa sobre arena y esto por varias razones: a) porque nunca acabarán de estar disgustados y tentados. b) Porque no son éstas las moradas donde abundan las consolaciones, pues donde esto ocurre es a partir de la cuarta morada, donde todo sabe a lo que quiere el alma, porque ella sólo quiere lo que quiere Dios. c) Porque deben sentir vergüenza de que apenas si han comenzado a nacerle las virtudes y quieran que Dios les inunde de consolaciones como a un santo.
Por tanto, deben abrazarse con la Cruz y pensar que cuantas más se sequedades sufran por Cristo, tanto más ganarán después.
8. «Toda la pretensión de quien comienza curación (y no son olvide esto qué importa mucho), ha de ser trabajar y determinarse y Dios ponerse, con cuantas diligencias pueda a conformar su voluntad con la de Dios, y en esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el camino espiritual. Si más perfectamente tuviese esto, más recibirá del Señor y más adelante está en este camino.
Muchas veces permite Dios que nos persigan malos pensamientos y nos aflijan sin poderlos echar de nosotros» . Igualmente permite que sintamos sequedades e incluso que caigamos en el pecado, para que aprendamos a no presumir de nuestras propias fuerzas y a huir de las ocasiones de pecar como de una víbora.
9º) Pero en todo esto debe el alma: a) conformarse con la voluntad de Dios y no desanimarse, pues todo esto lo permite Dios para enseñarnos a ser más humildes.
b) Pensar que es peor la recaída que la caída y que por tanto por nada del mundo debe volver atrás, sino animarse a pasar a las moradas siguientes, donde podrá burlarse de todas estas dificultades.
c) No afligirse ni angustiarse cuando no consiga concentrarse en la oración. Mientras las distracciones sean involuntarias no hay por qué preocuparse, sino pensar que entonces es cuando estamos aprovechando más, porque nos cuesta más trabajo.
10º) Para recogerse en la oración no se debe forzar demasiado el pensamiento, como si la imaginación pudiéramos dominarla a fuerza de brazos, sino que debe hacerse con suavidad y poco a poco, pues de lo contrario estamos expuestos a no conseguir nada.
Además se debe tratar este problema con personas experimentadas, para que nos aconsejen, en cada situación concreta, lo que debemos hacer, para que no creamos que estamos perdiendo el tiempo, cuando quizás es todo lo contrario y para que nos indiquen los medios que debemos usar para recogernos.
Por otra parte, aunque no hallamos quien nos enseñe oración, Dios se encargará de guiarlo todo a nuestro provecho, si nosotros no dejamos la oración, pues el único mal que no tiene remedio es el de dejar la oración y no pensar en volver a ella, pues el alma irá de mal en peor.
Podría pensar alguno que ,si tanto peligro es dejar la oración, más valía no haberla empezado, pero esto sería peor, pues equivaldría a quedarse en el peligro sin intentar salir de él siquiera, y como dice la escritura: « El que ama el peligro perece en él». (Ecco. 3,27). Además pensar que podemos salvarnos sin hacer oración, es un disparate, pues dice Cristo: « Nadie va al padre sino por mi « (Jn.14,16), es decir, que para amar a Dios, tenemos que meditar en la humanidad de Cristo y amándole a él llegaremos a amar a Dios. Por eso debemos meditar en el amor que nos mostró en su pasión para movernos a hacer buenas obras y a sufrir todo lo que él quiera.
La inhabitación de Dios en el alma en gracia es para Santa Teresa uno de los temas más provechos de meditación, por eso en "Camino de Perfección " dedica unos capítulos magistrales sobre este tema: « ¿Pensáis que importa poco saber dónde se ha de buscar vuestro sacratísimo Padre? Pues yo os digo, que para entendimientos desarmados importa mucho, no sólo creer esto, sino pensarlo mucho; porque es una de las cosas que ata mucho los pensamientos y hace recoger el alma.
Ya habéis oído que Dios está en todas partes, y esto es gran verdad. Pues claro está que donde está el rey allí está la corte; en fin, que a dónde está Dios es el cielo. Pues mirad que dice san Agustín que lo gustaba por todas partes y que lo vino a hallar dentro de sí. ¿Pensáis que importa poco para un alma derramada entender en esta verdad y ver, que no necesita para hablar con su Padre eterno ir al cielo, ni para regalarse con él, que ni necesita rezar a voces? Por bajo que hable, la oirá; ni necesita alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí y no extrañarse de tan buen huésped; sino con gran humildad hablarle como a padre; pedirle como a padre, alegrarse con él como con padre, entendiendo que no es digno de serlo.
Evite unos encogimiento que tienen algunas personas y piensan que es humildad. Sí, que no está la humildad en qué si el Rey nos hace un favor no tomarlo, sino tomarlo y entender qué sobrado nos viene y gozarnos con ello. Graciosa humildad que tenga yo al Emperador de cielo y tierra, que viene a mi casa por hacerme un favor y pasar un buen rato conmigo, y por humildad ni le quiera responder, ni me quiera estar con él, sino que lo deje solo, y estando diciendo que le pida, por humildad me quede pobre y aún le deje ir de ver que no acabo de decidirme. Huid de esas humildades y tratad con él como con padre y como con hermano y como con Señor, unas veces de una manera y otras de otra. El os enseñara lo que habéis de hacer para contentarle. Dejáos de ser bobas, pedirle la palabra, que vuestro esposo es que os trate como tales. Mirad que os va mucho tener entendida esta verdad: que esta el Señor dentro de nosotros y que allí nos estemos con él. («Camino de Perfección» cap. 46).
Es arte del rezar que aunque sea vocal mente con mucha más brevedad se recoge el entendimiento y es oración que trae consigo mil bienes: se llama recogimiento, porque recoge el alma todas las potencias y se entra dentro de sí con su Dios; viene con más brevedad a enseñarla su divino maestro y a darla oración de quietud que de ninguna otra manera. (La oración de quietud es la que se da en la cuarta morada que explicaremos más adelante). Porque allí metida consigo misma puede pensar toda la pasión y representar así al Hijo y ofrecerle al Padre y no cansar el entendimiento andandolo buscando en el monte Calvario, y en el huerto o la columna.
Los que de esta manera se pudieran entrar en este cielo pequeño de nuestra alma a donde está el que hizo el cielo y la tierra y acostumbrar a no mirar ni estar a donde oiga cosa que le distraiga, crea que lleva excelente camino y que no dejará de llegar a beber el agua de la Fuente, porque camina mucho en poco tiempo. Es como el que va en una nave, que con un poco de viento se ponen en el fin de la jornada en pocos días, mientras que los que van a pie tardan mucho más.
Es camino del cielo, digo del cielo, que están metidos allí en el palacio del Rey, no están en la tierra, y más seguros de muchas ocasiones.
Se pega más pronto el fuego del amor divino, por que con poco que sople con el entendimiento, están tan cerca del mismo fuego, que con una centellica que le toque se abrasará todo, como no hay embarazo de lo exterior. Esta sola el alma con su Dios; hay gran aparejo para entenderse» (Camino de Perfección cap. 47).
" Así, quien va por este camino, casi siempre que reza tiene cerrados los ojos y es admirable costumbre para muchas cosas, porque es un hacerse fuerza a no mirar las de acá". El resultado de esta costumbre es que, aunque al principio resulta difícil, después se hace tan agradable que lo que cuesta es rezar con los ojos abiertos. Por eso sigue diciendo: « padece que se entiende un fortalecerse y esforzarse el alma a costa del cuerpo y que le deja solo y desflaquecido, y allí toma bastimento contra él.