Doctrina de Santa Teresa sobre la oración.

MORADAS PRIMERAS

El alma creada a imagen de Dios es como un castillo de diamantes de una belleza tan extraordinaria que apenas pueden nuestros entendimientos, por agudos que sean, llegar a comprenderla.

Es lamentable nuestra ignorancia a cerca del alma y esta ignorancia es la causa de que no nos preocupemos de su hermosura. Este castillo tiene muchas moradas abajo, arriba y a los lados, y en el centro ésta la principal donde reside Dios principalmente y donde le comunica al alma sus secretos. Esto nos ayuda a comprender las gracias extraordinarias que Dios concede a algunas almas. Debemos creer que Dios concede estas gracias, y que las concede, no por ser más santos, sino para manifestar su grandeza y ser alabado en sus criaturas.

El que no cree en la posibilidad de estas gracias místicas no las recibirá nunca pues está tan lejos de conseguirlas que le parece imposible que haya alguien que las consiga.

Para entrar dentro de este castillo es necesario entrar dentro de sí mismo mediante la meditación.

Las almas que no tienen meditación son como los cuerpos paralíticos que aunque tiene pies y manos no los pueden mover.

Por tanto la las puertas para entrar en el castillo son la oración y la meditación. Para esto es necesario, rezar con atención pensando en lo que estamos diciendo y con quién estamos hablando.

Así describe el estado psicológico de la primera morada:

1º) El alma, aunque muy metida en el mundo, tiene buenos deseos y se encomienda a Dios.

2º) Alguna vez al mes reza, pero con tantas distracciones qué más piensa en sus preocupaciones que en Dios.

CAPITULO II

1º) No hay nada más horroroso que un alma en pecado mortal. Si comprendiéramos el estado en que queda un alma cuando peca mortalmente sería imposible que alguien se ven atreviera a pecar. Además en este estado ninguna obra buena tiene mérito ante Dios.

2º). El pecado afea el alma si porque la mancha como la pez mancha el cristal. De este modo el pecado es como una barrera que impide que Dios se comunique al alma haciéndole participar de su naturaleza.

Además desde el punto de vista psicológico el pecado causa un desorden en todos los sentidos y potencias. Por eso no hay que extrañarse del mal que obre el que ésta en pecado, sino del mal que deja de obrar. En efecto, es dogma de fe, que el que ésta en pecado mortal, no puede cumplir los mandamientos durante mucho tiempo. De todo esto debemos sacar un gran temor en de ofender a Dios, y una gran humildad, considerando como Dios es la fuente de todas nuestras buenas obras.

3º) No debemos empeñarnos en encerrarnos en un solo tema de meditación, ni en una sola forma de oración, sino dejar el alma en libertad para pasar de unas moradas a otras. Pero el más importante tema de meditación es el propio conocimiento. Es tan importante que no se puede olvidar ni en la séptima morada, pues mientras estamos en esta vida no hay cosa más importante que la humildad.

4º) Es necesario considerar, no sólo nuestras miserias, sino también la grandeza y la bondad del Dios. Con esto hay dos ganancias: 1) que considerando nuestras miserias es como mejor comprendemos la bondad y misericordia de Dios. 2) Si sólo consideramos nuestras miserias, y no la bondad de Dios, caemos en el desaliento y en la pusilanimidad.

5º) Debemos considerar, no unas cuantas moradas, sino un millón, ya que en cada una de las moradas se pueden dar muchas experiencias religiosas distintas.

6º) En cada morada hay legiones de demonios para impedir que el alma pase adelante. Como en esta primera morada el alma no tiene apenas dominio de sus sentidos ni de sus potencias, fácilmente cae en la tentación y peca mortalmente. Por tanto, es necesario encomendarse a los santos y sobre todo a la Virgen para que ellos luchen por ella.

7º) Tentaciones espirituales de la primera morada: 1ª) Deseo de hacer penitencia aun en contra de su director espiritual. 2ª Deseo de una gran perfección pero al mismo tiempo desprecio hacia el prójimo a quien no ve tan perfecto como él quiere ser; es por tanto, la tentación del fariseo.

En consecuencia debe obedecer a su director en todo y no fijarse en los defectos de los demás sino en los propios. La causa de que no amemos a Dios con perfección y en poco tiempo está en que no queremos entregarnos del todo a Dios, sino que queremos gozar de Dios y del mundo al mismo tiempo. No estamos dispuestos a tener todo lo terreno por basura contra tal de ganar Cristo.

8º) Dios no le niega a nadie el carisma de la oración, si perseverar en ella pero es necesario un gran ánimo para perseverar en la oración, pues el demonio hará todo lo posible para desanimarnos y apartarnos de este camino.

9º) La vida de oración es como un huerto que es necesario regar todos los días para que no se sequen las plantas que hay en él. Este huerto se puede regar de cuatro maneras. Los que comienzan oración deben comenzar por reprimir su curiosidad y acostumbrarse a que no les importe ver ni oír cosas del mundo. Es decir, deben orientar todo su interés hacia el mundo interior, que es infinitamente más interesante que el mundo exterior, aunque al principio parezca todo lo contrario.

10º) Deben acostumbrarse a estar solos durante el tiempo de la oración y pensar en su vida anterior, Es decir, en lo mal que se han portado con Dios a pesar de lo bien que Dios se ha portado con ellos. Por tanto deben imaginarse que están cada los pies de Cristo llorando sus pecados como la Magdalena.

11º) Deben pedir de a Dios un arrepentimiento cada vez más grande.

12º) En el caso que no sientan devoción, deben pensar, que bastante favor les hace Cristo con permitirles estar a su lado, como hizo con la Magdalena, y que ojalá les concediera lágrimas para estar toda la vida a los pies de Cristo llorando sus pecados.

13º) Si a pesar de esto, siguen sin tener devoción, pueden pensar que todos merecemos el infierno por nuestros pecados y por la infinita misericordia de Dios no estamos en él; en cambio, otros, con menos pecados que nosotros, se han condenado. Por eso debemos alegramos y dar gracias a Dios de poder pagarle algo de lo mucho que le debemos, pues por mucho que suframos, no será más que la infinitésima parte de lo mucho que le debemos.

14º) Igualmente debemos pensar, que cuanto más sufrimos en esta vida, menos tendremos que sufrir en el purgatorio.

15º) Otro tema de meditación muy apropiado es el de la pasión: si pensamos en la tristeza y en la angustia de Cristo cuando hizo oración en el huerto de los olivos y nos lo imaginamos sudando sangre, nos daremos cuenta de que todos nuestros sufrimientos son pasteles en comparación con los suyos, y como si nos hubiéramos trasladado en el tiempo y en el espacio a este momento, debemos pensar, que lo menos que podemos hacer, es acompañarle en esta soledad y consolarle en la tristeza mortal que siente.

16º) Si nos vienen muchas distracción y no conseguimos concentrarnos, debemos pensar, que si la imaginación se burla de nosotros, mucho más se burlaron de Cristo los verdugos cuando le daban bofetadas, le arrancaban los cabellos, le escupían, en la cara, y le clavaban la corona de espinas. Por tanto por más que el demonio intente apartarnos de la oración, debemos imitar la paciencia de Cristo en sufrir todas esas burlas.

17º) Si nos sentimos cansados y sin ganas de hacer oración, debemos pensar en el cansancio de Cristo cuando se tambalea, bajo el peso aplastante de la Cruz y debemos darle gracias de que nos ofrece la ocasión de ayudarle a llevar la cruz como el Cirineo.

18º) Por otra parte debemos tener en cuenta que si ahora no somos capaces de soportar ni siquiera el silencio de Dios en la oración, mucho menos seremos capaces de ayudarle a llevar la Cruz o de dar nuestra vida por él. Y prueba de esto es que San Pedro que no fue capaz de velar una hora con Cristo, que no fue capaz de sacudir su tibieza, tampoco lo fue de confesar a Cristo cuando se presentó la ocasión. Por eso el que no es capaz de soportar las sequedades en la oración, que no se haga ilusiones de que sería capaz de hacer obras grandes por Dios, si se presentase la ocasión, pues como dice Cristo: « el que es infiel en lo poco, es también infiel en lo mucho» (Lc.16,10 ).

19º) También debemos considerar el sufrimiento que le producía cada una de sus llagas, o mejor dicho, el sufrimiento de todo su cuerpo hecho una llaga, a causa de la flagelación, pues como profetizó Isaías: « desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza no había en el parte sana. «

20º) Finalmente debemos pensar que la perseverancia en la oración es un don de Dios y decirle que ya que somos indignos de sentir devoción, al menos nos conceda perseverar en ella a pesar de todas las sequedades y todas las tentaciones del demonio y que lo mismo que le concedió a San Juan acompañarle durante toda su pasión y permanecer al pie de la Cruz, así también nos conceda a nosotros esta gracia tan grande. Por otra parte así como al pie de la Cruz no sólo estaba San Juan sino también María, la madre de Jesús, así también ésta con nosotros María cuando Cristo nos concede estar al pie de la Cruz , y a ella debemos pedirle fuerzas para perseverar firmes como ella perseveró.

21º) Por último cuando no encontramos a Cristo, debemos acudir a José y María para que nos ayuden a encontrarlo, pues también a ellos se les perdió Cristo y nadie mejor que ellos para ayudarnos a encontrarlo.