"MAS LIBRANOS DEL MAL"
La Sagrada Escritura llama males a las desgracias y sufrimientos porque con nuestra falta de conformidad con la voluntad de Dios, hacemos que efectivamente sean males. Pero en cuanto que son permitidos por Dios para nuestra santificación, son los mayores bienes que Dios puede concedernos en esta vida. Porque en la medida en que participemos de la Pasión de Cristo, participaremos también de su glorificación, como dice San Pablo: "Si con El sufrimos, reinaremos con El". Tanto es así que Santa Teresa reveló a una de sus monjas que el premio que había recibido en el cielo no había sido tanto por las buenas obras que había hecho por Dios, cuánto por lo que había sufrido por El.
Dice San Alfonso María de Ligorio que si los bienaventurados pudieran desear algo desearían venir a la tierra para sufrir y así aumentar su capacidad de gozar en el cielo.
Así se explica que San Pablo rebosara de gozo en medio de sus tribulaciones y dijera: "Nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación engendra la paciencia, la paciencia una virtud sólida, y la virtud sólida la esperanza" (Rom. 5,3-4).
"Pues el peso ligero, momentáneo de la tribulación nos prepara sobre toda medida un peso eterno de gloria, a nosotros que no miramos las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales y las que no se ven eternas" (2 Cor. 4,17-18). Y todo esto lo decía porque "estaba convencido de que los sufrimiento de la vida presente no tienen comparación con la vida futura" (Rom. 6,18). Ojalá nos conceda a todos esta convicción, porque en cuanto se nos presenta la ocasión de ayudarle a Cristo a llevar su cruz, huimos como de la muerte y si no podemos evitarlo lo hacemos a regañadientes. ¿No tendremos tiempo en toda la eternidad para gozar?. ¿Por qué no sufrir ahora un poco por quien sufrió tanto por nosotros? ¿Habrá cosa más hermosa que ayudar a Cristo a llevar su cruz? Sin embargo cuando El nos oculta su rostro en la oración invitándonos así a llevar su cruz, en lugar de alegrarnos nos sentimos defraudados. ¿Nos parece poco que Cristo nos permita estar al pie de su cruz como a San Juan? No hay cosa que más le agrade a Cristo, que ver que un alma lo ama tanto que está dispuesta a sufrir cualquier cosa con tal de darle gusto. Por eso dice San Juan de la Cruz: "Más le agrada a Dios verte inclinado a las sequedades y a sufrir por El, que todas las consolaciones, visiones espirituales y meditaciones que puedas tener" (Dichos de Luz y Amor). Muchas veces creemos que lo que más le agrada a Dios es lo que más nos agrada a nosotros, pero generalmente es todo lo contrario. Si supiéramos lo que le agrada a Dios vernos sufrir por amor a El y al prójimo, no desearíamos otra cosa. ¿Qué sabe el que no sabe sufrir por Cristo? "Porque la sabiduría de los hombres es necedad ante los ojos de Dios" (1 Cor. 1,20). "Pero nosotros enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida" (1 Cor. 2,7). "Pues el lenguaje de la cruz es locura para los que perecen, mas para los que se salvan es poder de Dios. Según está escrito: "Perderé la sabiduría de los sabios, reprobaré la prudencia de los prudentes". ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el letrado? ¿Dónde el disputador de las cosas de este mundo? Pues por cuanto el mundo no conoció a Dios por la humana sabiduría, plugo a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles, pero poder y sabiduría de Dios para los llamados, ya judíos ya griegos. Porque la locura de la cruz es más sabia que los hombres, y la flaqueza de Dios, más poderosa que los hombres" (1 Cor. 17-25).