CAPITULO 1: Catequesis sobre la Salvación
Hay muchos cristianos que no saben ni siquiera porqué están en el mundo. "¡Dios mío!, ¿por qué me has enviado al mundo?" "Para salvar tu alma. " "Y por qué quieres que me salve?" "Porque te amo. " El Dios bueno nos ha creado y nos envió al mundo porque nos ama; Quiere salvarnos porque nos ama. . . . Para salvarnos debemos, amar y servir a Dios. ¡Oh, que vida tan hermosa! ¡Qúe bueno, qué gran cosa que es saber, amar y servir a Dios! No tenemos nada más que hacer en este mundo. Todo lo demás es tiempo perdido. Debemos actuar sólo por Dios, y poner nuestros trabajos en sus manos. . . . ¡Debemos decir, al despertar, "deseo hacer todo hoy por Ti, O mi Dios! me someteré a todo que Tú me envíes, como venido de Ti. Me ofrezco como un sacrificio a Ti Pero, O Dios, no puedo hacer nada sin Tí. ¡Ayúdame!"
Oh, qué amargamente lamentaremos a la hora de la muerte el tiempo que le hemos dado a los placeres, a conversaciones inútiles, a reposar, en lugar de haberlo empleado en mortificación, en oración, en trabajos buenos, en pensar en nuestra pobre miseria , en llorrar por nuestros pecados; entonces veremos que no hemos hecho nada por el Cielo. ¡Oh, hijos míos, qué triste es esto! Las tres cuartas partes de los cristianos no trabajan por nada más que satisfacer este cuerpo, que se enterrará pronto y se corromperá, mientras no le dan un pensamiento a su pobre alma, que debe ser feliz o miserable por toda la eternidad. No tienen ninguno sentido ni razón: es terrible.
Mira a ese hombre, que está tan activo e inquieto, que hace ruido en el mundo, que quiere gobernar a todos, que piensa que es tan importante, que parece como si a le gustaría decirle al sol, "vete, y deja que ilumine el mundo en lugar de ti. " En unos día se reducirá este hombre orgulloso al sumo al más pequeño montoncito de polvo, que se barrerá lejos de río a río, de Saona a Saona, y por fin en el mar.
Mirad, hijos míos, a menudo pienso que somos como esos montones pequeños de arena que el viento levanta en el camino, que giran rápido por un momento, y se esparcen inmediatamente. . . . Tenemos a hermanos y hermanas que están muerto. Pues, se reducen a ese pequeño monton de polvo del que hablaba. Personas mundanas dicen, está demasiado difícil salvar el alma. Sin embargo nada es más fácil. Observar los Mandamientos de Dios y de la Iglesia, y evitar los siete pecados capitales; o si preferís ponerlo así, hacer bueno y evita lo malo: eso es todo. Los buenos Cristianos, que se esfuerzan por salvar sus almas y trabajan por su salvación, siempre est felices y contentos; disfrutan de antemano de la felicidad de Cielo: serán felices por toda eternidad. Mientras los cristianos malos, que pierden sus almas, están siempre pesarosos; murmuran, están tristes, están tan miserables come piedras; y serán así por toda eternidad. ¡Ved qué diferencia!
Ésta es una buena norma de conducta, no hacer nada más que lo que podemos ofrecerle al Dios bueno. Ahora bien, no podemos ofrecerle difamaciones, calumnias, injusticia, enojo, blasfemia, impureza, espectáculos inmorales, bailes; sin embargo eso es todo lo que esas personas hacen en el mundo. Hablando de bailes, St. Francisco de Sales solía decir que "eran como hongos, el mejor no era bueno para nada. " Madres están inclinadas decir de hecho, "oh, miro por mis hijas." Miran su atavío, pero no pueden mirar en sus corazones. Esos que tienen bailes en sus casas se cargan con una responsabilidad terrible ante Dios; son responsable de todo el mal que se hace--por los pensamientos malos, las calumnias, los celoses, el odio, la venganza. . . . Ah, si ellos entendieran esta responsabilidad que nunca tendrían ningún baile. Igual que esos que hacen cuadros y estatuas inmorales, o escribe libros malos, tendrán que responder por todo el daño que estas cosas harán durante todo el tiempo que duran. . . . ¡Oh eso hace a uno temblar!
Ved, hijos míos, debemos reflejar que tenemos una alma que salvar, y una eternidad que nos espera. El mundo, su riquezas, placeres, y honores pasarán. Por tanto tened cuidado. No todos los santos comenzaron bien; pero todos acabaron bien. Nosotros hemos comenzado mal; terminemos bien, e iremos un día a reunirnos ellos en Cielo.